Muchas veces las comparaciones o las definiciones de una película contrastándolas con otras, son poco acertadas. Con esta película se dijo que era una mezcla de Seven y Saw, una combinación que no veía posible, y que parecía simplemente una manera de llamar la atención hacia la película, pero en esta ocasión es acertada dicha comparación, aunque sigue siendo odiosa.
De la primera coge la atmosfera oscura, sucia e urbana detectivesca, de la segunda, las cruentas y sórdidas, torturas que se infringen que forman parte de juego/experimento sociológico-“sanador”.
WAZ (en realidad, w-delta-z) es el inicio de la ecuación Price, una fórmula que un asesino en serie ha decidido desmentir con un juego macabro que pone a sus víctimas entre la espada y la pared: o mueren con mucho sufrimiento o terminan con la vida de un ser querido. Una joven policía recién asignada al distrito, junto a su nuevo compañero, un experto policía que conoce el terreno y a todo el mundo, serán los encargados de investigar estos crímenes.
La película, que representa otro debut cinematográfico, en esta ocasión de Tom Shankland, se mantiene a flote gracias a la ambientación de la película, pero sobretodo al actor principal, Stella Skarsgard, que interpreta con su particular sobriedad, a un veterano policía con un oscuro secreto. Y es que de nuevo, las pretensiones son mayores de lo que se consigue, al intentar crear una película intimista, dentro de un thriller psicológico y policiaco, en vez de buscar una cinta con más fuerza y emoción, pero no por ello olvidando la profundidad de la historia y los personajes.
Además de su cierta petulancia, de nuevo, vuelvo a tener la cierta sensación de estar ante una película que ya has visto, no ayuda a valorar positivamente la película, a pesar salirse de lo habitual en su resolución final (baraje muchas posibilidades, y estaba convencida que acabaría siendo una en concreto, pero nunca la que se presento).
Puntuación 4/10
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