Biopic sobre la inquietante figura de Ian Curtis, el cantante de Joy Division, y que está inspirado en las memorias su mujer Deborah (“Touching from a distance: Ian Curtis and Joy Division”), que explora la figura más cotidiana del cantante sin mitificarla, habla del alma y de los sentimientos de un personaje ambiguo, sombrío y trágico; nada que ver con el romanticismo que se pudiera y se suele resaltar.
Ian Curtis es uno de tantos mitos musicales que con su corta vida y música aportaron una icono trágico y desgarrador, y a ello contribuyo, su temprana muerte, su epilepsia, y su figura desairada.
A pesar de conocer la historia (aunque yo la verdad la desconocía casi por completo, simplemente unos datos, y es que no soy muy de autobiografías, me gusta ver, leer y escuchar las cosas que me gustan a mi manera, y si ya sabemos las vida de los autores, vemos reflejadas sus vidas, y no lo que nosotros podamos sentir), de gustarnos o no el grupo y su música, Anton Corbjin, que debuta en el cine con esta película tras dirigir numerosos videoclips, realiza una película excelente, que se puede ver como un biopic, o como una película de una persona atormentada, e insatisfecha por su vida y las decisiones que ha tomado, que tiene sueños y expectativas muy altas y que parece que se les escape de las manos, que no pueda conseguirlas a pesar de tenerlas delante de él, una persona que no sabe exactamente aun que quiere de la vida y que le viene “todo grande”, que se ve incapaz de seguir el ritmo de vida que le espera.
Cosa más que comprensible porque Ian Curis era “crio”, era lo que era, solo tenía 23 años cuando murió, y es normal que todo esto de la fama, la familia, …. las duras y difíciles decisiones de la vida que uno tiene que tomar ,que se hacen cuesta arriba siempre, y a esa edad aun mas.
La banda sonora pues como no increíble, no solo los temas de Joy Division, espléndidamente escogidos en cada escena, sino los temas de Velvet Underground, Roxy Music, New Order, Sex Pistols, Bowie, Iggy Pop, Buzzcocks, ……. e incluso una fantástica versión de "Shadowplay" por The Killers, al final de los títulos de créditos.
El reparto, increíblemente y perfectamente escogido. Un brillante Sam Riley que plasma a la perfección la personificación de Ian Curtis, la abrumadora Samantha Morton, y un sorprendente elenco de secundarios (aunque me es casi imposible olvidar a Steve Coogan como Tony Wilson, ni a John Simm y Paddy Considine como Bernard Sumner y Rob Gretton, respectivamente, en "24 Hour Party People").
Pero esta película no solo nos deja atónicos por la hipnótica historia, las soberbias interpretaciones y banda sonora, sino por su excelente apartado técnico, con una fotografía impecable, con una estética muy cuidada y exquisita (el blanco y negro ayuda adentrarse más en la sombría y gris vida del legendario cantante, además de representar mejor una época en la que como el propio director comenta, todo era en blanco y negro, los fanzines , las fotografías, lasportadas de los discos de Joy Division, …….).
Es difícil no comparar esta película con una de mis películas preferidas "24 Hour Party People", de la que comparte muchísimas cosas, no solo argumentales e históricas, a pesar de ser dos película tan diferentes. Pero a pesar de llegar a la maestría de la película de Winterbottom, “Control” tiene su propia forma e intenciones, y Corbijn consigue lo que quiere con esta película, transmitir las mismas emociones y poesía que Ian Curtis y su banda transmitían.
Los apabullantes silencios, el estar rodada en blanco y negro, el tratarse de una película independiente y encima inglesa, el ritmo pausado, … hacen que no sea una película para todos los gusto, sino para un público minoritario (¿distribución en España? deja que me ría), a pesar de la solidez y calidad de la película, una verdadera lástima, porque se merece más.
Puntuación 8/10
Busca, Busca.
viernes, 14 de diciembre de 2007
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