Un millonario autor de novelas policíacas une su ingenio con el actor en paro que se fugó con su mujer en un juego terriblemente serio y sumamente retorcido con consecuencias peligrosas.
Hacer una remake de una película de renombre es muy difícil, ya desde el inicio del proyecto es criticada, y una vez hecha, hagas lo que hagas, no vas a librarte de las críticas de los fans más aferrimos (no me suelo descarar de estos, en ocasiones), por lo que lo tienen todo en contra, y pocos se salvan de la “hoguera”.
Kenneth Branagh, se ha “quemado” a los ojos de una gran mayoría, pero no ante los míos. Y aunque suelo ser bastante imparcial ante la obra de este director, uno de mis favoritos en el panorama tanto actoral como en la dirección, es que pocas veces, me ha defraudado, a pesar de la pretenciosidad y megalomanía de sus obras e interpretaciones, incluso de las más fallidas.
Branagh suele impregnar sus obras de una gran majestuosidad, y teatralidad, y no podía ser menos con este remake de la película de Joseph L. Mankiewicz, que protagonizo Michael Caine (que curiosamente interpretaba en la nueva versión el papel que actualmente interpreta Jude Law) y Laurence Olivier (en el que ahora hace Michael Caine), de la que hubo una versión teatral de éxito, escrita por Anthony Shaffer (también guionista de la película original), y que ahora Harold Pinter se encarga de “modernizar”.
En esta pelicula, da su habitual toque de calidad y de elegancia, con esos decorados, esa banda sonora sutil, y un puesta en escena formidable, con planos complejos, juegos de luces y texturas rocambolescas, …… Elementos que utiliza con soltura, para “jugar” con nosotros de manera suculenta e ingenisa, como lo hacen los personajes, en esta película, cuyo único escenario es una casa, y con dos únicos protagonistas, Caine y Law, que no paran de dialogar de forma feroz, reflexiva, perversa y genialmente, para mostrarnos, hasta qué punto puede ser cruel el ser humano, profundizando en el alma de estos dos personajes.
Todo ello, en tan solo hora y media, el tiempo adecuado para presentarnos esta inquietante historia y desarrollar a la perfección la macabra relación de los personajes, sin hostigarnos, a pesar del ritmo sosegado en que transcurre la trama.
El duelo interpretativo de Michael Caine y Jude Law, es de titanes, muy intenso y profundo, quizá, la sobreactuación típica de Law, jugué en su contra, en más de una ocasión, pero, eso de ver la BBC, me ha inmunizado, por lo que parece, a los actores ingleses y sus “desvaríos”.
“La Huella” es una muestra de que se puede dar más de una apasionante mirada hacia una misma historia, lastima, que no se haga tan a menudo como se intenta y pretende.
Puntuación 7.5/10
0 comentarios:
Publicar un comentario