Paju, sin duda, puede ser una de las grandes decepciones del año según te enfrentes a ella.
Y es que es muy difícil ir sin una idea preconcebida de esta película de la directora surcoreana Park Chan-Ok (Jealousy Is My Middle Name), tanto por su sinopsis que apunta a un thriller típico surcoreano, como su fama tras pasar por diversos festivales, entre ellos el de Rotterdam, teniendo como honor ser la primera película surcoreana que abre el festival desde sus inicios, hace ya casi 40 años.
El problema viene a que, Paju no es propiamente un trepidante thriller, ni un drama social y político como apunta la propia directora, sino más bien una película sobre dos personajes torturados y complicados, que se mueven entre una relación prohibida y la culpa.
Una chica vive con el marido de su hermana, un hombre sobre el que ella tiene pensamientos tan terribles como contradictorios: cree que él asesinó a su hermana, fallecida en una explosión de gas; pero al mismo tiempo, está enamorada de él. El marido también es un personaje complejo: como estudiante, fue un activista democrático; es también un profesor en clases nocturnas, lucha contra desahucios injustos y tiene una aventura con una mujer de su antigua universidad. La película tiene lugar en Paju, una ciudad de las afueras de Seúl.
El puzzle del misterio central de la historia, sobre la identidad del asesino, va encajando poco a poco a lo largo de la trama (incluso se llega a desvelarse hacia la mitad de la película), pero como ya he comentado, no es lo que mueve e impulsa la historia, más centrada en el drama humano y social, y sobre todo en los personajes.
Lee Seon Gyun y Seo Woo presentan unos personajes muy ambiguos, que nos insinuan más que nos enseñan, y que a pesar de moverse en el tema de las lamentaciones y las culpas, de “revolcarse” en la miseria, no buscan (ni encuentran) la redención o la esperanza.
Lee Seon Gyun (Our Town, Pasta) interpreta a un hombre religioso que desde el inicio de la película y tras un accidente, lucha contra la culpa, sus ideales, sus sentimientos personales, y sus responsabilidades.
Un personaje atormentado y exiliado que por medio de silencios, miradas y gestos consigue transmitir más que con palabras.
La joven y prometedora, Seo Woo (Crush and Blush, Cinderella Sister), interpreta a un conflictivo y ante todo, confuso personaje, muy vulnerable y caprichoso emocionablemente.
La relación entre estos dos personajes es muy compleja e imposible, ante todo porque la sombra de culpa siempre está sobre ellos, y aunque presenta un torbellino de emociones y sentimientos, ninguno de los dos lo saben o pueden expresan, a pesar que por medio de sus acciones, el espectador la pueda percibir, gracias a la formidable actuación de ambos protagonistas.
El tema político, social e incluso religioso de la película, ese que parece ser el que mayor importancia quiso dar la directora, no llega apreciarse en su totalidad, sino que apenas se llega a intuir a lo largo de la película, quedando simplemente como tema de fondo.
Eso sí, es un elemento muy importante para el desarrollo de la historia y sobretodo de la relación entre los dos personajes, que le da mayor profundidad y autenticidad.
Además, siempre es de agradecer que se sugieran ciertos temas, que los veamos e interpretemos por nosotros mismos, que nos hagan reflexionar y pensar, sin necesidad de que nos lo den todo mascado.
Al desarrollarse también la historia alrededor de estos temas, y al situarse la película en la decadente ciudad de Paju (la de hace unos ochos años, ahora parece ser que es mas urbanita), se da una oscuridad y al mismo tiempo una gran fuerza y peculiaridad, a esta, ya por si sola, desesperanzadora y deprimente historia.
Algunos podrían considerar Paju como una película “fallida”, si consideramos la pretenciosidad e intenciones iníciales de la autora, quizá estén en lo cierto, pero eso no quita que estemos ante una gran película.
La directora por medio de una narración algo confusa y muy desordenada, repleta de flashbacks y malentendidos, nos proporciona una historia muy emocional (que no quiere decir melodramática o sensiblera) repleta de capas y capas de gran complejidad, profundidad y emociones.
Por medio de un ritmo pausado (sobre todo al principio de la película), y un apartado técnico muy vistoso, en especial gracias a la fotografía y un trabajo impresionante detrás de la cámara, se nos presenta una película reflexiva y profundamente humanista, que destaca en especial, por la gran actuación de los dos protagonistas.
Puntuación 8/10
2 comentarios:
Gracias por la reseña, me la apunto.
Paju me gustó, pero en mi caso no la tomé como un thriller, sino que comencé a mirarla atraída por la interpretación del personaje femenino y su evolución a lo largo de la historia. Ciertamente, puede llegar a ser una gran decepción si se la ve con otras expectativas.
Publicar un comentario