Katsuro Otomo, vuelve al cine y al festival de Sitges, esta vez con una película en imagen real que adapta un manga (editado en nuestro país por Norma editorial y que el anime basado también en ese manga acaba de ser licenciado) de Yuki Urushibara.
Si conocéis el manga y el anime, conoceréis la historia de esta película, ya que tanto en temática como en forma es fiel a la obra original. Así que si gusta uno, gustara otro (a mi tanto una como otra se me hace aburridísima).
En la práctica, una suerte de espíritus parasitarios que flotan por todas partes sin ser vistos y que afectan a los humanos de muy diversas maneras, los ‘mushi’ son definidos al comienzo del film como “El fantasmal espíritu de la naturaleza que respira dentro de todo ser vivo... y muerto”. Ginko, que puede verlos, se ha convertido en ‘mushishi’, un experto en tales criaturas que ejerce como sanador.
La película, al igual que la obra de Urushibara, está cargada de mitología, misticismo y espiritualidad, que se ve reforzada por la belleza de las imágenes, la solemne banda sonora, y los deslumbrantes efectos especiales (aunque no está recargada de ellos), por lo que ha recibido un premio, junto a la banda sonora.
Pero a pesar de todo ser muy bonito, y en destacar en el apartado técnico, la película carece de ritmo, y tiene una temática tan japonesa, que se hace incomprensible y en ciertos momentos soporífera. Pero eso sí, la culpa no es solo de nosotros, como espectador ignorante en estos temas, sino también de Otomo y de los autores de la obra original, que no han querido, o no han sabido, llevar estos temas al publico occidental, no han querido ser más accesibles, más abiertos, como si sucede en otras películas con temática tan japonesa como La Guerra Yokai de Miike (por poner un ejemplo de mitología japonesa, de no hace muchos años, con estreno en Sitges ´05 y que encima está editada en nuestro país en DVD).
Puntuación 4/10 (por lo bien hecha que esta, nada mas)
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